No hay tenor que no lo haya reconocido como un prodigio de voz, de registros insuperables, de una lírica que engrandeció la Ópera de princios del siglo XX, y sin él no se entendería igual a los grandes tenores que han ido surgiendo. Fallecido de forma repentina, fumador insaciable, no sabremos si con los avances de hoy día hubiera podido recuperarse, pero lo cierto es, que nos dejó en lo más alto.
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