lunes, 25 de septiembre de 2017
jueves, 1 de junio de 2017
Homenaje al desamparo del perdedor
No importa la edad u otra condición para alcanzar un hundimiento moral. Quiero convertir estas palabras en una Oda a la derrota, al que no consigue su propósito pero que se adapta y aprende de que el triunfo no lo es todo. En un gran porcentaje, el sentido que persigue el hombre es el del triunfalismo, el éxito, el cual no llega tan a menudo, porque no por mucho que te esfuerces aprobarás esa oposición maldita; tendrás un reconocimiento en tu especialidad; serás un brillante Premio Nobel o te encumbrarás en la lista de los más vendidos. No, nuestra sociedad de consumo, de ideal de belleza, de mercado capitalista nos arrastra a esta seria y enfermiza obsesión. La vida no se traduce en tus éxitos que probablemente no lleguen, al contrario, se debe acompasar el ritmo de la vida, desacelerar, de tener un aliento cuando caes y volver una y otra vez, aun sin conseguirlo toda tu vida, un destino trágico.
Pero, la humanidad está escrita con millones de firmas que no alcanzan la victoria, que no les sonríe la situación, son aquellos que en realidad están para que exista la grandeza de unos pocos, pues, la historia se escribe teniendo perdedores, porque sin ellos no habría historia para los victoriosos repletos gloria. Tu talento se puede frustar con una lesión de por vida; tu calidad intelectual venida a menos por no tener la atención de la acertada editorial; por no tocar tu música en el lugar adecuado; por no buscar el éxito o fama primando el cuidado de un familiar enfermo; etc. Todos ellos, tienen mi respeto, solo por ser semejantes, por ser iguales, por sentir y ser humanos, cuyas metas no dejan de ser metas que pueden alterarse, aunque cuya pasión, vocación o motivación no deja dudas.
Debemos aprender a vivir, a estar, solo esto último, ya es un logro, respirar el aire de la naturaleza, contemplar un bello paisaje, aplaudir un espectáculo, pasear con tu mejor libro, son extraordinarias cosas en las que no nos detenemos, pero son la vida misma, y eso nos hace ser igual de especial que cualquier ser.
lunes, 29 de mayo de 2017
martes, 21 de marzo de 2017
Orvieto «Ansiado momento»
En algún momento seguro que han tenido que desear conocer o intentar alcanzar algún lugar que tantas veces se deleitaron y habían visto. Pues, justamente, sucedió en Orvieto (Umbria), pueblo singular emplazado en una roca y cuyo funicular te transporta a la calma, a la dulce serenidad del que ha dejado atrás la "città" del antiguo Imperio, la cual ofrece en el Vaticano los frescos tan célebres de Michelangelo Buonarroti. Aquel día de marzo, conforme cruzaba calles, intuía el imponente Duomo, y su tan ansiada cappella San Brizio, donde Luca Signoreli da una lección en pintura al fresco y supera a nuestro juicio lo que vendría después, el citado fresco de la Sixtina. Esa cappella de Orvieto fue toda mía aquella mañana de viernes, donde no lograba salir de su embrujo y mágico lugar...Un paso que se logró después de más de 15 años de pura ansia y del que nunca podré apartar mi memoria de ese "Giudizio Universale" de personajes totalmente escorzados y colores fuera de sí.
sábado, 25 de febrero de 2017
Via Ostiensis
Majestuosa e imperial como la época en que se erigió, guarda, como buena centinela con sus 36 metros de altura, a todo el tránsito diario que transcure con el inicio de la Via Ostiense, por la cual se alcanza el mar, donde se encuentran las ruinas del viejo puerto de la Città eterna, Ostia Antica, que aún hoy es bulliciosa, aunque solo en horario de visitas, y que conecta con la Basílica que ostenta el mismo nombre que la Puerta en la que se hace la foto y protegía con sus murallas la ciudad, Porta di San Paolo.
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