jueves, 1 de junio de 2017

Homenaje al desamparo del perdedor


No importa la edad u otra condición para alcanzar un hundimiento moral. Quiero convertir estas palabras en una Oda a la derrota, al que no consigue su propósito pero que se adapta y aprende de que el triunfo no lo es todo. En un gran porcentaje, el sentido que persigue el hombre es el del triunfalismo, el éxito, el cual no llega tan a menudo, porque no por mucho que te esfuerces aprobarás esa oposición maldita; tendrás un reconocimiento en tu especialidad; serás un brillante Premio Nobel o te encumbrarás en la lista de los más vendidos. No, nuestra sociedad de consumo, de ideal de belleza, de mercado capitalista nos arrastra a esta seria y enfermiza obsesión. La vida no se traduce en tus éxitos que probablemente no lleguen, al contrario, se debe acompasar el ritmo de la vida, desacelerar, de tener un aliento cuando caes y volver una y otra vez, aun sin conseguirlo toda tu vida, un destino trágico. 
Pero, la humanidad está escrita con millones de firmas que no alcanzan la victoria, que no les sonríe la situación, son aquellos que en realidad están para que exista la grandeza de unos pocos, pues, la historia se escribe teniendo perdedores, porque sin ellos no habría historia para los victoriosos repletos gloria. Tu talento se puede frustar con una lesión de por vida; tu calidad intelectual venida a menos por no tener la atención de la acertada editorial; por no tocar tu música en el lugar adecuado; por no buscar el éxito o fama primando el cuidado de un familiar enfermo; etc. Todos ellos, tienen mi respeto, solo por ser semejantes, por ser iguales, por sentir y ser humanos, cuyas metas no dejan de ser metas que pueden alterarse, aunque cuya pasión, vocación o motivación no deja dudas.  
Debemos aprender a vivir, a estar, solo esto último, ya es un logro, respirar el aire de la naturaleza, contemplar un bello paisaje, aplaudir un espectáculo, pasear con tu mejor libro, son extraordinarias cosas en las que no nos detenemos, pero son la vida misma, y eso nos hace ser igual de especial que cualquier ser.